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Pensar en Irlanda puede llevar a caer ineludiblemente en estereotipos de alcance universal como la cerveza Guinness y su celebración más notoria, el día de St. Patrick, patrón de la isla. Pero Irlanda, también conocida de forma inequívoca como Isla Esmeralda por el verde intenso de sus praderas, es ante todo naturaleza y tradición. Campos de color intenso y ondulaciones hipnóticas, vertiginosos acantilados castigados por los mares del Norte, coloridas aldeas de pescadores ancladas en el tiempo y música. Mucha música.

Con una historia de idas y venidas, esta isla y sus habitantes son el resultado de la búsqueda de identidad incesante desde las primeras ocupaciones del territorio por celtas, vikingos, normandos y sobre todo ingleses. Como la mayoría de países, Irlanda ha sufrido guerras, hambrunas y disputas religiosas, pero su condición de isla y situación privilegiada han permitido dotar a este país de una personalidad única e incomparable reconocida a nivel mundial. El viaje que nos concierne nos llevará desde la rugosa costa del Sur de Irlanda donde Charles Chaplin pasaba sus veranos hasta Dublín, capital del país y hogar de uno de los grupos de rock más exitosos de la historia, U2.

Comenzamos el recorrido por los vestigios de la cultura celta en Cork, una orgullosa ciudad al Sur de la isla autoproclamada “la verdadera capital de Irlanda”. Y es precisamente este amor propio el que convierte a Cork en una urbe acogedora, siempre dispuesta a hacer alardes de su ambiente joven y tradición ligada al mar.

Siguiendo la línea costera hacia el Oeste, a poco más de 30 minutos en coche, nos topamos con Kinsale donde sus coloridas fachadas nos recuerdan el carácter afable del país y el delicado olor a mar nos embarca en un viaje a su pasado más tradicional. Rugosos acantilados y un mar salpicado de pequeños islotes nos acompañan finalmente hasta la pequeña población de Bantry, que nos sirve de punto de salida hacia otra de las regiones más bellas del recorrido.

El Paso de Healey y el Anillo de Kerry

Nuestro viaje continúa hacia el Norte, alrededor de una estrecha bahía, entre pequeñas aldeas pesqueras, verdes parcelas dedicadas al ganado e intricadas líneas costeras que cruzamos hasta alcanzar el Paso de Healy. Este tramo de montaña construido en 1847 durante la época de hambruna sirve hoy en día como ruta paisajística de gran belleza. En su punto más elevado se descubre ante nosotros un valle cuajado por oscuros lagos, entre los que serpentea el asfalto con el mar al fondo. Ya al otro lado, tras sortear la franja marítima que forman las 2 penínsulas, comienza el tramo llamado Anillo de Kerry –Ring of Kerry-, destacado por sus preciosos paisajes verdes, suaves laderas y pasos de montaña.

Comenzando en sentido sinistrorso, nos topamos en pocos minutos con el desfiladero de Moll’s Gap, una región enmarcada por la imponente cordillera montañosa de MacGillycuddy’s Reeks que nos muestra el camino hacia el Parque Nacional de Killarney. Este paraíso natural es considerado un auténtico tesoro de la biosfera irlandesa por sus bosques de roble y tejo, las manadas de ciervos rojos y su gran valor ecológico. La vertiente Norte de la península destaca por sus playas infinitas, arropadas por el océano Atlántico a un lado y un mar de sinuosas colinas verdes al otro, en lugares como Rossbeigh Strand.

A Charles Chaplin siempre se le consideró una persona inteligente y por ello no sorprende que eligiera la bucólica población de Waterville para pasar sus veranos. Ubicada en uno de los extremos más occidentales de Irlanda, se encuentra en un territorio catalogado como una de las 3 únicas reservas de cielo oscuro “nivel oro” del planeta, lo que nos asegura una estampa inigualable al caer el sol.

Para finalizar el recorrido por esta región, nos dirigimos hacia Killarney por el interior, con la imponente imagen de Carrountoohill al frente, la montaña más alta de Irlanda. Este recorrido nos llevará de nuevo a través de algún pueblo de montaña con gran encanto y nos brindará la oportunidad de descubrir el paso de montaña de Dunloe, otro de los atractivos naturales del Anillo de Kerry.

Acantilados de Moher

Continuamos nuestro itinerario hacia los acantilados de Moher, que pese a no ser los más altos de Europa, sorprenden por su abrupta caída sobre el mar que acrecienta la sensación de altura de los mismos. Alrededor de 216 metros de altura en su zona más elevada, unidos a sus casi 13 kilómetros de longitud y unas paredes negras prácticamente verticales otorgan a estos acantilados el título de Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO y los convierten en una auténtica maravilla de la naturaleza de visita más que obligada en Irlanda.

Dublín, hogar de cerveceros y artistas

Nada más recalar en Dublín, uno se da cuenta de la relevancia con la que cuenta la cerveza más famosa de la ciudad. Pubs típicos adornados con toda clase de parafernalia añosa inundan sus principales avenidas y reparten Guinness por doquier. Por si fuera poco, y como no podía ser de otra manera, los mayores fans encontrarán en el Museo Guinness la mayor expresión de la misma, donde deleitar sus insatisfechos paladares. Las visitas, aunque auto guiadas, nos muestran desde el arduo trabajo de los maestros toneleros hasta la historia del transporte de la cerveza pasando por todas sus campañas publicitarias y otras zonas interactivas. Una vez finalizada la visita, podremos relajarnos, pinta en mano, disfrutando de las vistas que ofrece el bar Gravity ubicado en la azotea de la fábrica.

Pero más allá del hobby nacional, Dublín cuenta con una serie de atractivos que por sí mismos justifican un viaje a Irlanda. Siglos de lucha por la independencia de Irlanda se resumen en la cárcel de Kilmainham Gaol donde hombres, mujeres y niños por igual, hacinados en sus frías y húmedas celdas, fueron castigados por sus ideales políticos y otras fechorías. Una visita ineludible si queremos empaparnos de la historia de Irlanda –porque con la lluvia irlandesa seguro que ya lo hemos hecho a estas alturas- y rememorar una época que marcó el porvenir de la isla y sus habitantes.

Poco más de 15 minutos caminando median entre este pedazo de historia irlandesa y el parque urbano más grande de Europa. Phoenix Park cuenta con grandes jardines en los que dar un descanso a nuestra mente y alma, monumentos históricos y cientos de ciervos salvajes –uno de sus principales atractivos-. Desde aquí podemos continuar nuestro itinerario hacia el centro urbano para visitar las catedrales de Christ Church y San Patricio. Adeptos o no del turismo religioso, lo cierto es que estas dos edificaciones protestantes aglutinan una belleza arquitectónica única en el continente que bien merece una visita.

Pero estas catedrales no son las únicas construcciones históricas de visita obligada. Situada en pleno corazón de la ciudad, el campus de la universidad de Trinity College guarda en su interior una de las bibliotecas más bellas de Irlanda, sino del mundo. Un lugar donde el olor a madera antigua y novela añeja despertará al lector que llevamos dentro al tiempo que decenas de bustos de mármol vigilan nuestros pasos bajo miles de libros ordenados meticulosamente. En su conjunto aglutina más de 3 millones de obras, aunque la joya de la corona se encuentra en el edificio de la Antigua Biblioteca, construido entre 1712 y 1732. Desde su techo abovedado, se desprenden los inmensos estantes donde se recogen las obras de mayor calado histórico conformando en su conjunto un pasillo de 65 metros de una belleza indómita. Y en una vitrina, el símbolo de Irlanda por antonomasia. El arpa más antigua que se conserva de Irlanda, realizada en roble y sauce con cuerdas de bronce.

Tras una buena dosis de cultura e historia, siempre se agradece un poco esparcimiento, y para ello no hay mejor lugar que el barrio de Temple Bar. Sí, el propio barrio se llama Temple Bar, de donde toma su nombre el pub más famoso de la ciudad. A lo largo de sus estrechas calles adoquinadas se despliega el mayor centro de entretenimiento de Dublín, donde la música procedente de los numerosos pubs y restaurantes nos recuerda su tradición celta y el porqué de todos los artistas de renombre procedentes de Irlanda como U2, Rory Gallagher, The Dubliners, Thin Lizzy, Van Morrison y muchos otros.